Internacional

Jun 01, 2020 15:45:14       466        0

Protestas en EUA contra una realidad de racismo y violencia

(Segunda de tres partes)

Por Patricia San Juan

Washington (Notimex).- Las ciudades en Estados Unidos han cambiado significativamente en la última semana. Hasta el lunes 25 de mayo predominaba el regreso a las actividades regulares. Poco a poco los trabajadores se sumaban a sus plantas o centros de trabajo mientras los gobernadores y congresistas discutían el mejor plan.

Ese mismo lunes, la muerte de George Floyd, un ciudadano afroamericano retenido por un policía que le apretó su rodilla en el cuello hasta que le hizo perder el conocimiento, falleció. Este hecho demostró a los ciudadanos que la “normalidad” también es aquella que incluye violencia y decesos.

Cada noche, desde el martes después de la muerte de Floyd, más calles se han abarrotado. Primero las de Minneapolis y ahora las protestas se han extendido a casi la mitad del territorio estadounidense. Además, en otras ciudades en el mundo han salido a protestar frente a las embajadas de Estados Unidos o en plazas públicas.

Las proclamas por justicia para Floyd van acompañadas de los nombres de otros ciudadanos afroamericanos asesinados por la policía como Trayvon Martin, Oscar Grant, Anthony Hill o Amadou Diallo, pues en estos y en otros casos la presencia policial, irónicamente, les ha hecho perder la vida y los ha alejado de la justicia.

Las últimas protestas se han caracterizado por los arrestos, enfrentamientos entre los miembros de las fuerzas de seguridad y los manifestantes, toques de queda, la presencia de miembros de la guardia nacional y como refuerzo del lado de los manifestantes, cada vez más jóvenes exigen sus derechos, con una característica especial, un cubrebocas en el rostro, para reducir la posibilidad de contagio de COVID-19.

Los gobernadores, alcaldes, líderes sociales, congresistas y políticos progresistas han llamado a la calma y el repliegue durante los toques de queda. Existe un discurso que pareciera doble, llama a las personas a externar sus opiniones y continuar exigiendo justicia, pero a mantenerse en casa cuando las autoridades lo indiquen.

Estos llamados son poco escuchados y las actividades nocturnas incrementan. El fuego, los gritos y reclamos de los que están en las calles son combatidos por balas de goma, perdigones, gases lacrimógenos y detenciones por parte de los policías, la guardia nacional y otras fuerzas de seguridad.

Periodistas, activistas y personas que sólo salieron por comida y regresaban a casa, así como los propios manifestantes, han denunciado que fueron lastimados o arrestados por las autoridades, mientras el presidente los condena y califica de saqueadores, anarquistas y militantes de extrema izquierda, así como seguidores de Joe Biden, con una mirada a las elecciones antes que a las protestas.

El lema Black Lives Matters

En estas manifestaciones predominan tres consignas en los carteles: “I can't breath” (no puedo respirar), la frase que empleaba Floyd para notificar la falta de aire a causa del aplastamiento por la rodilla del policía; “No Justice, No peace” (Sin justicia no habrá paz) y “Black Lives Matters” (La vida de los afroamericanos importa), una de las consignas modernas que llevan los movimientos antirracistas en el país.

Este lema se originó tras la muerte de Trayvon Martin, quien tenía 17 años y fue asesinado por un vigilante voluntario en un barrio de Florida mientras visitaba a su papá, en febrero de 2012.

Trayvon caminaba por la calle y el vigilante aseguró que vio a alguien extraño al llamar al 911. En lugar de seguir las instrucciones que le señalaron, acercarse y dialogar, disparó. Terminó con la vida del joven que tuvo tiempo de llamar al 911 para reportar la herida que recibió y su dirección.

Al día siguiente, su padre lo reportó como desaparecido y la policía confirmó que el cuerpo encontrado era el de su hijo, aunque no dieron a conocer que el adolescente llamó. Ese dato se dio a conocer durante la investigación.

Zimmerman, quien perpetró los disparos, fue enjuiciado por asesinato en segundo grado, pero en 2013 fue liberado de los cargos y con ello en redes sociales inició el hashtag #BlackLivesMatters, que pronto salió a las calles como una proclama popular por la vida de Trayvon y otros afroamericanos que fueron asesinados a manos de policías o ciudadanos por motivos raciales.

El movimiento fue alimentado por manifestaciones en el país y en 2014 el asesinato de Michael Brown, en Missouri, perpetrado por un policía, generó mayores respuestas, sobre todo en las ciudades de Nueva York y Ferguson.

Este grupo tiene una característica particular de este siglo, pues se ha repetido en otros países. Es descentralizado, sin líderes fijos y con células en diferentes ciudades, universidades y grupos sociales que se organizan cuando lo consideran necesario.

Visibilizar las protestas

Las protestas antirracistas entre los estadounidenses han tenido diferentes expresiones a lo largo de la historia. El movimiento del reverendo Martin Luther King Jr y los seguidores de Malcolm X dieron paso a nuevas generaciones que tomaron en sus manos el discurso y lo convirtieron hasta lo que apreciamos en nuestros días, con un trabajo cotidiano de concientización.

Una de las expresiones de la modernidad y que se ha dado a conocer a nivel mundial es la silenciosa protesta de los jugadores de football americano, quienes durante el himno se arrodillan para evidenciar la discriminación que viven las personas afroamericanas en Estados Unidos.

Trump se ha posicionado de forma feroz contra estas expresiones, pero los jugadores las han continuado desde el 2016 en algunos juegos, después de que Colin Kaepernick, activista y jugador profesional, se hincó durante el himno luego de que en noviembre de 2016 se incrementaran los casos de violencia racial en su país. Poco después señaló que no podía sentir respeto por los símbolos de la nación en la que vivía y donde no se respetaba a los afroamericanos.

Esto generó molestia entre algunos seguidores del deporte, pero complementó la respuesta social de los activistas y ciudadanos que identificaban que el racismo continuaba presente en el país.

Las protestas no son una coincidencia

Al paso de esta semana el hijo del reverendo Martin Luther King Jr, que lleva el mismo nombre que su padre, recordó una frase que alguna vez mencionó el líder social, “la revuelta es el lenguaje de los no escuchados. ¿Qué es en lo que Estados Unidos ha fallado? Ha fallado en escuchar que las promesas de libertad y justicia no se han cumplido”.

Esta frase continúa siendo un llamado al reconocimiento de lo que falta por lograr y lo que se necesita para alcanzar la igualdad y la justicia de cada caso, y que en 2020 sigue presente.

La esclavitud se abolió oficialmente en 1863 y en 1965 se puso fin a las medidas de segregación racial, pero es evidente que la brecha continúa abierta.

Los barrios aún están divididos a pesar de que ya no existen limitantes legales de compra de terrenos y el ingreso aún es menor para los afroamericanos, de acuerdo al reporte del Proyecto de Igualdad de Oportunidades publicado en 2018, lo que no les permite la movilidad social.

La muerte de Floyd encendió una llama que lleva reclamos pasados y presentes de las nuevas generaciones y van acompañados de jóvenes y adultos de diferentes orígenes, que exigen igualdad de oportunidades para todos y todas.

En más de la mitad de la nación las protestas han cobrado vida propia, a pesar de los esfuerzos de reprimirlas por parte de las autoridades los ciudadanos siguen saliendo a las calles, quemando estaciones de policía, autos, rompiendo vidrios, pero sobre todo exigiendo igualdad y justicia.

La oleada de protestas no se veía venir, mucho menos con la amenaza de contagio del coronavirus tras unos meses en el encierro, pero es cierto que la crisis es el único panorama previsible a futuro y las consignas apuntan a que, si no queda futuro, se buscará el cambio en el presente.

Las protestas parecen seguir alimentándose. En Washington el presidente ha decidido mantenerse en su búnker y las ciudades han llamado a un toque de queda, pero la desobediencia civil prosigue, lo que ha sorprendido a gobernadores y miembros de equipos de seguridad que, como en la ciudad de Minneapolis, aseguran que esto no lo habían visto ni siquiera durante las protestas de los años 60.

2020 es un año de cambios, aseguraban algunos durante los discursos de año nuevo, pero no hay brújula que señale el camino después de la ruptura que ha significado esta generación.

-Fin de nota- 

NTX/I/PMS/JGM