Espectáculos

Jun 08, 2020 08:32:12       1940        1

Eduardo España y su travesía en la actuación

*El actor contó los momentos más difíciles en su carrera, de más de treinta años

Por Cristina Pineda

México, 8 Jun (Notimex).- De niño, el comediante mexicano Eduardo España jugaba en la sala de su casa junto con su hermano Diego a ser actores con papeles serios, imitando a las telenovelas que veían en compañía de su familia e incluso hacían shows en la cochera de su vecina, donde también se volvían imitadores y cantantes con playback para ofrecer un espectáculo sin cobrar.

"Lo hacíamos sólo por la satisfacción de que nos vieran", recordó España en entrevista con Notimex. Tal vez la primera vez que consideró formalmente ser actor fue cuando vio a Peter Sellers en la película La fiesta inolvidable, en 1968.

"Literalmente me hice pipí de la risa", recordó el actor de 48 años, quien afirmó que al ver el trabajo de Héctor Suárez le brincaba el corazón.

"Primero quieres ser veterinario o policía, pero en esencia quería ser actor. Pensaba que en las películas te dejaban hacer todo sin que te regañara tu mamá, podía ir a supermercado, ver una torre de lata y agarrarla de abajo para que se cayeran todas, yo lo relacionaba con que en el cine se podían hacer locuras", expresó.

La primera vez que Eduardo España habló con sus padres sobre su decisión de ser actor, les habló de estudiar una carrera. En Guadalajara había cursos, pero quedaban lejos de su casa y como aún era joven sus papás le pidieron que esperara.

Pronto abrió el Centro de Actores y Autores de Occidente, que era dirigido por Ofelia Cano como parte de Televisa. A sus 17 años, Eduardo conocía a la secretaria a la que le pidió que escucharan un casete con sus grabaciones.

 

El primer reto, ir en contra de estereotipos establecidos

"Al principio no me admitían porque la neta no cumplía con los esquemas que buscaba la directiva por parte de Televisa México, que eran ciertos perfiles físicos para telenovela y tuve que valerme de lograr convencerlos por medio de un audio cassette interpretando a muchos personajes imitando y haciendo voces", refirió.

Un día entró a la escuela de actuación y al año ya era uno de los diez alumnos becados con un futuro prometedor. Para ese entonces ya se consideraba un "ratón de biblioteca" puesto que se había enamorado del estudio.

La carrera de Eduardo España solo empezaba ahí. Una de las primeras enseñanzas de su trayectoria es que no hay que etiquetar a nadie por su apariencia y hay que darle oportunidad a todos.

"Yo siempre he dicho que en la vida suceden historias interesantes a los bonitos, a los feos, a los altos, a los chaparritos, a los gorditos, a los flaquitos, a todo el mundo. Se trata de desarrollar herramientas y abordar con dignidad un oficio como es el de actor".

Después de trabajar en Guadalajara como mopetero, en teatro infantil, televisión local, haciendo voces y con un programa de radio con tres años al aire tras haber conseguido su licencia de locución, decidió que quería ampliar su carrera y se mudó a la Ciudad de México, centro del espectáculo en el país. Al llegar, ya tenía contacto con Eugenio Derbez, a quien conoció cuando fue invitado en uno de sus programas.

"Le gustó mi trabajo, intercambiamos teléfonos y el día que llegué, el 17 de enero de 1994, aterricé con un llamado para grabar unos sketches. Fue llegar con el pie derecho", aseguró.

Pero no todo fue fácil a su llegada a la capital mexicana, pues así como se le abrían puertas también tuvo encuentros con productores que le dijeron que su tipo no vendía.

Reconoce que llegó a desamimarse muchas veces

"Ese día también me enfrenté con bajoneos, pensaban que había sido inútil venir cuando me iba bien. Llegué desmoralizado", advirtió. Al compartir los gastos del departamento con Miguel Manzano, éste también lo ayudó a saber moverse por la ciudad, el transporte que tomar para no perderse en el intento y la dinámica para repartir su currículo a las producciones, así como enterarse de casting para comerciales en las agencias de modelos y actores.

"De los momentos más difíciles recuerdo que era cuando éramos varios roomies en un departamento en la calle de Zacatecas, en la Colonia Roma. Cada uno estaba buscando sus sueños, a veces teníamos para renta, a veces no, a veces nos comía que teníamos que pagar el teléfono o sacar los gastos para la comida y eran angustias porque no teníamos chamba.

"Nos tuvimos que meter a chambas de todo y había momentos en que yo cerraba los ojos al ir en el metro a algún trabajo y decía 'híjole, me vine con toda la ilusión y no está fluyendo porque no sé si voy a tener para comer el viernes'. Me hacía el paro algún hermano, pero yo me agüitaba y me desilusionaba porque quería salir adelante por mí, no sabía qué iba a pasar conmigo".

Cuando comenzó con algunos proyectos su familia esperaba ver sus escenas en la televisión nacional. Sin embargo, el actor asegura que una tragedia, más el paso del tiempo, es igual a comedia, porque ahora esos episodios que tanto le costaron son recordados con gracia.

"Me sentía 'Frankie Rivers', el de 'Vecinos', que estaban esperando verme en una escena en la novela, estornudabas y ya había pasado", dice entre carcajadas.

Los milagros por tener dinero para comer y pagar la renta de a poco fueron hechos del pasado cuando comenzó a hacerse de un lugar en obras de Jesús González Dávila, William Shakespeare y Darío Fo, además de su participación en el XXVI Festival Cervantino.

"Cuando nos pagaban un comercial nos sentíamos 'Huicho Domínguez' y hasta queríamos encargar sushi", reiteró. Su trabajo en Al derecho y al DerbezEl premio mayorCarita de ángelDiseñador ambos sexosSantos peregrinosEl privilegio de mandarLos Héroes del Norte, Pastotela o El color de la pasión, por mencionar algunos de sus proyectos, cambiaron su situación y comenzó a crearse de un nombre.

Le gusta que la gente se acerque a él

Eduardo sabe que uno de sus personajes más reconocidos es "Germán", que interpreta en la serie Vecinos, sin olvidar a "Doña Márgara Francisca", tal vez su alter ego. Lalo agradece la oportunidad de crecimiento que obtuvo gracias a ellos mientras siga trabajando en otros proyectos y no se duerma en sus laureles, luchando contra sentirse encasillado.

"Me apasiona mucho llevar una carrera de colores. Sé que vivimos en un mundo donde es muy fácil que la inmediatez de los medios electrónicos como la televisión te posicione, es muy fácil que la gente me relacione con ellos y lo agradezco enormemente porque también es darme a conocer con los empresarios en los shows en el teatro y el ámbito comercial".

Orgulloso, cuenta que tiene en su haber 23 películas, algunas de ellas incluso sin estrenar, además del teatro de propuesta.

"Me gusta mucho esa posibilidad de siempre estar peleando el diapasón", afirmó. Es por ello que aún con su reconocimiento constantemente estudia en talleres con maestros que tienen diferentes puntos de vista acerca del oficio, que le permiten quitarse vicios y tocar otros registros para entrenarse.

Uno de ellos fue el que tomó en la escuela de Juan Carlos Corazza, quien trabajó con Javier Bardem, así como los talleres de Nuria Castaño o Cornelius Horgan. "Me costó un año que me aceptarán en Madrid porque tienes que meter currículum y una solicitud. En algunos de estos talleres he coincidido con muchos de mis compañeros actores y comediantes como Freddy Ortega, Adrián Uribe y Tony Balardi".

Una de las cosas que más le gusta a Eduardo España es que la gente de distintos sectores se le acerque mientras está comiendo o en la calle, ya sea para decir que aman, o bien, para enterarse que odian a alguno de sus personajes.

Habla de su vida privada, pero sólo lo necesario

La vida personal de este emblemático comediante tampoco ha sido sencilla. En 2012 decidió declarar su homosexualidad tras la muerte de su pareja, Ranferi Aguilar. Aunque su círculo más cercano de amigos y familia conocía su orientación sexual, para Eduardo había sido complicado abrirse a la industria del entretenimiento.

"Son telarañas que uno se genera solo y perdemos energía en esos factores. Mientras tu trabajo demuestre tu capacidad, lo demás es irrelevante", argumentó. Sin embargo, tomar la decisión de expresarle al mundo sus ideas personales le generaron algunos conflictos.

"Es una cuestión de decisión personal, yo me tardé en darme cuenta que era una tontería que no tenía por qué pesar y agradezco enormemente el haberme dado cuenta y el haber dado el paso sin que se convierta esto en una cosa icónica, porque no me gusta que se relacione la etiqueta.

"Lo dije una vez y no se trata que cada que haya programas lo vuelva a decir. He rechazado muchas cosas por lo mismo, porque para mí es un aspecto más de la vida y en tanto se hable con dignidad y con respeto y pueda ser ejemplo para que la gente se acerque ¡qué bonito! A mí se me abrieron hasta más puertas", indicó quien no quiere que de su vida íntima se cree morbo. "Aunque mañana tenga una pareja no abro muchas cosas de mí porque no me gusta que se entre hasta la cocina de las personas públicas y que sea distorsión", añadió.

El actor ha vivido de cerca la muerte en más de una ocasión. Su primer encontronazo fue al perder a su hermana cuando él tenía siete años, después fue su padre y su pareja.

"Es una gran lección de vida, un impacto muy fuerte en la historia de cualquier ser humano. Todos somos pasajeros, tarde o temprano nos vamos a ir, pero cuando pasan las cosas de manera tan impactante en edades que no se esperaba y circunstancias accidentales o de salud, ahí es cuando dice uno qué frágiles somos. Hay que vivir intensamente en el momento presente, no pisar a los demás y compartir siempre nuestra mejor versión porque la vida es efímera".

Hoy Eduardo España ha pensado en cómo le gustaría ser recordado si llegara a faltar y es con la siembra que ha generado con su familia y el público. "Mis miedos pueden ser la soledad triste, no la de tener tus espacios, sino la enfermedad o una edad que no haya quien te cuide, también la decadencia", finalizó quien se describe como una buena persona que busca siempre cumplir sueños y compartir alegrías con las personas que se encuentra en el camino.

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