Cultura

Jun 04, 2020 12:27:00       1406        0

Confinamientos: no se puede remplazar el contacto humano

[La coreógrafa, intérprete, docente e iluminadora Nadia Lartigue (Ciudad de México, 1980), a petición de la reportera Ángela Anzo, nos comparte cómo ha vivido el confinamiento...]

Decidí venir a pasar este periodo a casa de mi madre, pues vive sola  y me parecía importante acompañarnos y, de alguna manera, cuidarla un poco, tener un espacio para conversar con ella y ver cómo íbamos a tomar esto... tratar de entenderlo juntas para que ella pudiera ser suficientemente prudente, pues como muchas de nuestras madres, pertenece a un grupo vulnerable.
      Llevo dos meses y medio aquí —normalmente estoy en mi departamento con mi compañera de piso—; esta casa es un lugar lindo: hay plantas, mucho espacio y tengo más contacto con el verde que allá. Para mí, cada semana ha sido un poco distinta... los días pasan... no sé si puedo hablar sobre uno de ellos en particular; aunque se parecen mucho, también hay cosas que los hacen diferentes.
      Me he estado despertando un poco más tarde de lo normal, muchas veces no puedo conciliar el sueño y duermo hasta la madrugada; apenas ayer me quedé en la cama leyendo hasta las 5:00 a. m. Cuando me levanto, escucho las noticias con mi madre, nuestros espacios para estar juntas son los desayunos, la comida y la cena... el resto del día cada una hace sus cosas y trabajamos.
      Desayunamos, escuchamos las noticias juntas y luego le dedico un rato a la jardinería y mi huerto, tengo pequeñas plantaciones y estoy explorando sembrar verduras: lechugas, pimientos y calabazas; si bien es algo que hacía desde antes... ahora he podido dedicar más tiempo para regarlas, remover la composta, podar las hierbas malas y vigilarlo; lo he disfrutado muchísimo, es muy bonito ver cómo va creciendo día a día.
      Muchas veces viene una etapa de limpieza pues esta es una casa grande, con muchos objetos y libros. Tenemos una especie de dinámica: cada día limpiamos a conciencia uno de los espacios. Una vez hecho eso, me siento a trabajar un rato, leo y contesto mis correos, reviso algunos textos pendientes o escribo.
      La mayoría de mi trabajo y práctica artística la hago en colectivo, lo cual ha hecho muy complicada esta situación; para mí, trabajar en este periodo es casi imposible porque no nos podemos juntar, a veces lo hacemos por videoconferencia, pero es absolutamente distinto y me cuesta mucho, no puedo remplazar el contacto y la presencia.
      Resulta muy difícil pensar en una práctica corporal colectiva a través de Internet, no me ha interesado y no encuentro todavía alguna salida que funcione; sentí que eso me frustraba y decidí que en este periodo iba a concentrarme más en cosas teóricas, en revisar textos y pensar, en leer y estudiar.
      Para mantenerme sana y en forma todos los días me voy a mi esquina y me estiro, bailo y pongo música. El resto de mi día se va en alguna reunión por videoconferencia, un intento de dibujar o generar material gráfico sobre mi trabajo... Ahora estoy tratando de escribir algunos textos, no tanto sobre el Coronavirus porque creo que hay una gran saturación de eso y existen otros temas que me interesan. Cuando llega la noche hay una tercera reunión con mi madre para tomar un café o un mezcal, platicar cuestiones de política y sobre todo lo que está pasando ahora.
      Trato de entender el encierro, pero hay muchas cosas que me preocupan. No puedo comprender cómo es que, en medio de todo esto, continúa la violencia hacia las mujeres y otras situaciones; estos días he sentido mucha desesperanza porque pienso que nada cambiará cuando esto termine. Me preocupan también los artistas, quienes se dedican a la escena, y cómo haremos para regresar a los teatros.
      He pensado también en cuáles serán los efectos de lo que estamos viviendo ahora, cómo nos transformaremos y cómo cambiará nuestro cuerpo, estamos en contacto permanente con las computadoras y los celulares, en videollamadas y con la luz de estos aparatos. Sé que este ha sido un medio para mantenernos en contacto, pero para mí no se pueden remplazar las interacciones humanas, la energía y las vibraciones de estar presentes.